Una vida dedi­cada al fút­bol y al Bayer 04

Gerd „Ömmes" Kents­chke

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Era un niño en la liga con el Karlsruher en 1963, marcó el primer gol de un jugador que salía desde el banquillo de la historia de la Bundesliga con el Kaiserslautern, consiguió dos ascensos con el Bayer (a 2ª en 1975 y a la Bundesliga en 1979), salvó al equipo del descenso en 1982 y ganó la Copa de la UEFA en 1988. Gerd Kentschke ha vivido todo tipo de experiencias como futbolista y entrenador, aunque sus inicios no fueron fáciles. La historia del apodado “Ömmes”, comenzó en una pequeña ciudad de la  región del Ruhr...

En 1956 el otoño golpeó con dureza la casa de los Kentschke. Los últimos prisioneros de guerra acababan de ser liberados de los campos soviéticos. En Herten-Langenbochum los retornados fueron recibidos con un concierto de la Bergmannskapelle. Bruno Kentschke tocaba la lira y la trompeta. El techador capacitado trabajaba desde hacía años en Lagenbochum, como hacía la mayoría, en la mina Schlägel & Eisen. Tras el concierto pasó por su casa brevemente para dejar los instrumentos, su intención era ir a tomar algo junto con sus compañeros. Diez minutos más tarde sonó el timbre: “Señora Kentschke, su marido ha muerto”, comunicó un policía. Un motorista vió demasiado tarde a Bruno Kentschke, ataviado con el uniforme negro. Aún no había farolas en el barrio, por lo que estaba completamento oscuro. Su cabeza golpeó contra el bordillo y murió en el acto. 

“Al principio no fui consciente de lo que había pasado” recuerda Gerd Hentschke, “fue tan irreal”. Él tenía 14 años en ese momento, pero la muerte de su padre acabaría con su infancia. No serían fáciles para él los años 40 y 50.  

Gerd Kentschke nació en 1942, el séptimo de la familia. Un hermano había muerto en la guerra, otro en un trágico accidente, cuando un compañero de escuela lo empujó y cayó a la vía, con tan mala suerte que lo atropeyó un tranvía. Al igual que su padre murió a poca distancia de la puerta de su casa. 

Los mineros trabajaban a altas temperaturas ataviados solo con ropa interior y botas

Gracias al fútbol Gerd Kenntschke lograba evadirse de los problemas familiares. Con diez años empezó a jugar con el equipo de Lagenbochum y ahí comenzó a demostrar que lo suyo era puro talento. Era muy rápido y llevaba la pelota siempre pegada al pié. El pequeño Kentschke recordaba a todos a su difunto hermano Konrad, quien podría haberse convertido en un buen futbolista. Además Gerd trabajaba como aprendiz, para ayudar económicamente a su madre. La región no ofrecía demasiadas alternativas: artesanía o minería. Gerd eligió esta última, porque los ingresos eran mayores.

A los 15 años, Gerd Kentschke comenzó a trabajar en la mina de carbón Schlägel & Eisen, el mayor empleador de Langenbochum. Su familia vivía en una casa que proporcionaba la misma compañía a sus trabajadores, sin embargo cuando él llevaba solo un año en la empresa su madre murió. Con 16 años se había quedado huérfano y tuvo que abandonar su hogar para mudarse con su hermano Helmut, que estaba casado y tenía 2 hijos. Kentschke se levantaba cada día a las 4 de la mañana y a las 5 debía estar ya bajando a la mina. Un descenso de 1000 metros a 18 metros por segundo para preparar los vagones de los carboneros. Una vez acabado su periodo como aprendiz su trabajo consistió en cambiar los cinceles de los mineros. Se arrastraba por los túneles recolectando cinceles romos, los llevaba a la parte superior, los cambiaba por otros nuevos y volvía a lo túneles.

“No era mal trabajo comparado con lo que hacían los mineros del carbón” dice Kentschke. “Ellos trabajan a altas temperaturas ataviados solo con ropa interior y botas”. Nunca tuvo que caminar por una vía de carbón, donde uno de los capataces preguntaba: ¿Cuántos metros has hecho hoy? ¿10? ¿11? ¿Cómo es que no has llegado a 12? Pero el trabajo tampoco era fácil para él. Los cambios de temperatura eran constantes, del calor húmedo de los túneles al frío exterior. “Ahí fue donde me destrocé la espalda”. 

Mientras tanto Gerd se había convertido en un futbolista excepcional, que había llegado a la selección de Westfalia. En 1958 disputó en Chesterfield, contra Inglaterra, su primer partido internacional con el equipo nacional alemán, cuyo entrenador era Dettmar Cramer. 24 años después, los dos trabajarían juntos de nuevo.

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Primer destino como profesional: Gerd Kentschke (a la izquierda, en la fila del medio) en la plantilla del Kalsruher SC

Con sus hermanos Günter, Helmut y Heinz, quienes también habían jugado en el Blau-Weiss Lagenbochum, aunque con menos éxito que los pequeños de la familia, asistía Gerd a menudo a un abarrotado Glückauf-Kampfbahn a ver al Schalke 04, que era junto al Dortmund el gran club de su zona. Sin embargo nunca llegó a jugar en sus categorías inferiores, quién sabe que hubiera pasado si lo hubiese hecho.

Así continuó Kentschke hasta los 20 años, jugando en la liga local y trabajando bajo tierra. En el equipo era conocido como “Ömmes” el mismo apodo con el que llamaban a su hermano.  “En nuestra mina, cuando buscabas carbón y te topabas con una roca grande, los compañeros decían, madre mía, menudo Ömmes hay tirado ahí”, explica bastamente Kentschke. Era un tipo bastante delgado, pero cuando Helmut dejó de jugar al fútbol y se inició solo, era el nuevo Ömmes.

¡Mira por la ventana, si firmas con nosotros, es tuyo!

En 1962 Kentschke dió el gran salto. En un partido con la selección de Westfalia en Hanover marcó dos goles en la victoria de su equipo 2-4. Entre los espectadores estaba Helmut Hodel, vicepresidente del Karlsruher SC, que quedó impresionado por el torbellino rubio que jugaba en la banda izquierda. Mientras tanto Kentschke también recibió una oferta del TSV Marl-Hüls, que jugaba en segunda división. No está mal, pensó Ömmes, cuando un día el presidente del club pasó por su casa y trató de atraerlo con un lujoso automóvil. “¡Mira por la ventana, si firmas con nosotros es tuyo!” Ömmes vaciló, pero había recibido una oferta del Karlsruher, que le ofrecía la posibilidad de jugar en la recién fundada Bundesliga. “Poco tuve que pensar, la Bundesliga tenía un gran atractivo incluso entonces, toda Alemania esta esperando por esa liga de élite. Viniendo de un club pequeño, era como ganar la lotería”.

Algunos de sus compañeros se alegraron por él. Otros no creyeron en sus posibilidades, con solo 1,72 metros de altura y 68 kilos, creían que era demasiado delgado. Sin embargo Kentschke había superado todo tipo de obstáculos en su vida y si algo sabía hacer, era jugar al fútbol. Delgado o no, una nueva vida estaba a punto de comenzar para él en Baden Wurtemberg. Allí vivía con una familia, trabajaba por las mañanas en la oficina de inmigración de Karslruhe y por las tardes se entenaba junto con sus compañeros a las ordenes del entrenador Kurt Sommerlatt. Entre sus compañeros de equipo se encontraba Rolf Kahn, padre del que sería el número 1 de la selección alemana, Oliver Kahn.

Kentschke esperaba impacientemente el primer día de la Bundesliga, pero por molestias en la espalda, tendría que conformarse con ver el primer partido desde la grada, junto con otros 40.000 espectadores.  El oponente fue el Meidericher SV, en el que jugaban el portero Manfred Manglitz y el centrocampista Heinz Höher, ambos ex jugadores del Leverkusen. El Meidericher se impuso claramente por 4-1. Los siguientes 4 partidos también supusieron claras derrotas para el Karslruhe. Ömmes tendría que esperar hasta la quinta jornada para debutar en la Bundesliga y hasta el décimo partido, contra el Münster, para marcar su primer gol.

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1966: Gerd Kentschke, el ala del KSC en un partido contra el 1860 Múnich.

Finalmente su sueño se había hecho realidad, se había convertido en un jugador importante de la Bundesliga. Ganaba 600 marcos al mes, más una prima de 1500 marcos por temporada. Cobraba bien y en vez de recorrer los túneles subterráneos pisaba la hierba bien arreglada de los estadios de la Bundesliga. Podría haber sido peor.

Lo que le sorprendió: Los jugadores lo daban todo fuera del campo y no se perdían una fiesta. Gerd Kentschke solo quería una cosa, llevar a su amada Annemarie de Herten-Langenbochum a Baden lo antes posible. Tantas celebraciones y bebidas no iban con él ¿No se había mudado para jugar en un club verdaderamente profesional? Sin embargo se encontraba con que la vida transcurría entre fiestas, borracheras y copas de vino.

Kentschke no se sentía cómodo entre tanto ajetreo. Pasó medio año hasta que atrajo a su gran amor Annemarie a Karlsruhe. Ella era de Herten-Lagenbochum y a menudo había acompañado a su padre al campo de fútbol a ver jugar a Gerd. Una vez en Karlruhe, ella se mudó con una familia que tenía una cantina, ya que en 1963 no estaba bien visto que una pareja conviviese antes del matrimonio. Un año más tarde se casaron.

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En 1967 Kentschke ganó con el FCK 1-0 contra Sepp Maier y el Bayern de Múnich.

A nivel deportivo, las cosas iban bien para Ömmes, en su primera temporada en la Bundesliga consiguió 6 goles en 23 partidos. Sus actuaciones no pasaron desapercibidas y el 29 de abril de 1964 debutó con la selección nacional sub-23. Su segunda aparición con el combinado nacional sería también la última. La competencia en las bandas era grande: Stan Libuda del Schalke 04, Lothar Emmerich del Borussia Dortmund y Gerd "Charly" Dörfel del Hamburger SV. “Quizás fueran mejores que yo” reconoce Kentschke, “pero también jugaban en mejores clubes”. En el Karlsruhe siempre estábamos cerca del descenso. El 13 ° lugar en la primera temporada, el 15 ° lugar en la segunda y el 16 ° en la tercera temporada. Él no podía progresar así, había llegado la hora de un cambio.

EN EL BETZE CON OTTO Y KLIMA

Los Kentschke eran ya 3 cuando se mudaron a Kaiserslautern en 1966. El equipo de la ciudad tenía una gran fama. Había sido el club de Fritz y Ottmar Walter, Werner Liebrich, Horst Eckel y Werner Meyer Kohl, campeones del mundo de 1954. Ömmes quería pelear por otras posiciones en la clasificación, una esperanza legítima. El equipo había experimentado un gran crecimiento gracias a jugadores como el delantero Manfred Rummel, el extremo izquierdo Helmut Kapitulski, Uwe Klimaschefski, ex Leverkusen y un jugador que se ganó la reputación de ser un "pie de hierro" en el Hertha, Otto Rehhagel. “Otto era un patán. Siempre tenía que estar en todos los lados y entraba con todo”, declaro Kentschke, “estaba obsesionado con el fútbol, analizaba los encuentros por si mismo y discutía las tàcticas con el entrenador. Se sentaba en los cafés en Kaiserslautern y se estudiaba los periódicos deportivos. Siempre tuvo el gen de entrenador dentro de él”.

Otto era un patán. Siempre tenía que estar en todos los lados y entraba con todo.

Diferente era Uwe Klimaschefski, un tipo estrafalario a quien le gustaba divertirse a costa de los demás. En palabras de Gerd Kentschke: “Klima tenía mierda en la cabeza”. Untaba desagradables ungüentos en la ropa interior de sus compañeros y no se amilanaba ni ante el presidente. En una comida del equipo “Klima” se las arregló para, utilizando un corcho, mostaza y cerillas, calentar tanto la silla del presidente que este salto como un resorte tras quemarse el trasero. Mientras Kentschke cuenta esta historia apenas puede contener las carcajadas.

La primera temporada de Ömmes en el Betze no estuvo nada mal. Bajo la dirección de Gyula Lorant el equipo consiguió acabar en quinta posición. Kentschke contibuyó de manera significativa, jugando 26 partidos, en los que marcó 8 goles. Pero a pesar de haber cambiado de localidad, seguía siendo requerido fuera de las canchas. Continuamente invitaban al equipo a fiestas y catas de vino. A menudo no se iban a dormir hasta las 2 de la mañana.

EL PRIMER GOL DE UN SUPLENTE EN LA BUNDESLIGA

En su segunda temporada en el Kaiserlautern, Kentschke comenzó a hacer historia. Hasta la temporada 67/68 no se permitían las sustituciones y a partir de esta temporada comenzó a ser posible realizar una por partido. El 26 de agosto de 1967, en la segunda jornada, se enfretaron el Kaiserlautern y el Hamburgo. Uwe Seeler había adelantado al principio del partido a los de Hamburgo. Kentschke entró en el campo en el minuto 75 por Heinz-Dieter Hasebrink y marcó en el 90. El primer gol de un jugador que no había sido titular en la historia de la Bundesliga. “El clásico gol que llega tras una falta de entendimiento entre el defensa y el portero” recuerda Gerd Kentschke.

Irónicamente de sus 222 apariciones en la liga, fue titular en todas menos 7, pero entrando como recambio consiguió un gol histórico.

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1971: Gerd Kentschke de „Zebra" en el duelo con Günter Netzer

Realmente tampoco consiguió tanto éxito como esperaba en Kaiserslautern, tuvo cuatro entrenadores en cuatro años: Gyula Lorant, Otto Knefler, Egon Piechaczek y Dietrich Weise. Después de una buena primera temporada, el equipo no volvió a pasar de mitad de tabla. Kentschke obtuvo sus mejores números en la temporada 68/69, en la que consiguió marcar 11 goles en 34 jornadas. El Schalke 04 expresó interés en su contratación y estaba dispuesto a pagar por él al Kaiserlautern. El jugador habría firmado de inmediato, pero su club no lo dejó salir.

Su último año en el Betze no fue bien, su mujer echabade menos su tierra natal y quería volver a su casa, con su familia. En 1970 Kentschke se mudó a Duisburgo y cayó en la peor crisis de su carrera. Cuando tenía 28 años se vio involucrado en el escándalo de la Bundesliga. Su último partido, antes de ser sentenciado a 10 años de sanción y 2500 marcos de multa, fue una victoria por 2-0 frente al Hertha. Aunque se le permitió seguir entrenando con el equipo, parecía que sus días como futbolista habían acabado.

En agosto de 1973 sucedió lo inesperado, le perdonaron la sanción y su carrera tomó un nuevo camino. “Fue como ganar la lotería por segunda vez” dice Ömmes sobre su tiempo en el Leverkusen.

BAJO LA CRUZ DEL BAYER

El Bayer había alcanzado su punto más bajo en 1973, siendo relegado a la Verbandsliga Mittelrhein, “Obviamente podían utilizar a un jugador de Bundesliga venido a menos como yo”, dice Kentschke sonriendo. El Bayer quería salir de la liga amateur lo más rápido posible y Kentschke quería un futuro como futbolista. Por las mañanas trabajaba en el departamento de recursos humanos de Bayer AG y por las tardes entrenaba con sus compañeros. Futbolísticamente cumplió con las expectativas, convirtiéndose en 1975 en uno de los héroes del ascenso.

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1975: Uno de los mejores partidos de Ömmes para el Bayer 04 con victoria de 3-2 contra el Arminia Hannover.

En el partido decisivo para el ascenso a la segunda liga, frente al Arminia de Hanover, mostró su mejor juego. “Gerd Kentschke luchó cada balón para convertirse en el máximo artífice de la gran victoria”, escribió el “Leverkusener Anzeiger“ tras la victoria por 3-2.

Comenzó bien la trayectoria de ommes en el Bayer, logrando un ascenso a la segunda liga. Ya con 33 años se acercaba el final de su carrera y solo jugaría algunos partidos más con la elástica roja y negra. Sin embargo le quedaba por vivir momentos importantes del club como entrenador. Empezó haciéndose cargo del equipo junior, para después pasar a ser el entrenador asistente de Willibert Kremer. En 1979 conseguirían llevar al club a la Bundesliga, en el que fue su segundo ascenso con el Bayer Leverkusen en 4 años. “Él era muy importante para el equipo”, recuerda Jürgen Gelsdorf. “En la pretemporada de la promoción, llovió durante días y el equipo estaba de mal humor. Un día compartimos unas cervezas y Ömmes estuvo contando chistes. Al día siguiente todos estábamos mejor. Aunque era un entrenador exigente siempre demostró ser una persona cercana y amigable.

A principios de la década los 80, sin embargo, su amabilidad fue puesta a prueba. El club y Willibert Kremer separaron sus caminos y Kentschke se quedó a cargo del equipo en noviembre de 1981. Una empresa complicada, “el equipo no pasaba por un buen momento, se habían perdido el espíritu de equipo y el compañerismo de 1979”. Había nuevas incorporaciones que no se habían adaptado correctamente y el conjunto se había desestructurado. En este periodo a menudo podía verse a un Kentsche desesperado, que se enfadaba y discutía. “Fue un época de una tensión enorme”. Al fina el Bayer se libró del descenso.

La siguiente temporada el Leverkusen contrató a Dettmar Cramer, el reconocido y carismático entrenador que había ganado dos Copas de Europa con el Bayern de Múnich. Sin embargo el equipo volvió a frecuentar los puestos bajos de la clasificación. Los partidos que decidirían el descenso fueron de una gran tensión. Cramer que conocía a Kentschke desde 1956 y lo apodaba “Gerdchen” le dijo: “Ocúpate tu del Offenbach” y así lo hizo. Era de nuevo el entrenador, pero los focos recaían en Cramer que seguía los partidos junto a él y llamaba la atención de los medios, naturalmente también concedió la entrevista tras la remontada, en un partido en el Peter Szech marcó dos goles para vencer 2-1. A Kentschke no le importaba, no necesitaba atenciones, lo importante es que el club se había salvado. "Pero después del pitido final, también pensé: sí, lo hice", recuerda Kentschke sobre uno de los momentos más emotivos de la historia del club.

 

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Kentschke en mayo de 1982 con el segundo entrenador Fred Bockholt y el fisioterapéuta Dieter Trzolek en la victoria de 2-1 contra el MSV Duisburgo.

A pesar de lo difíciles que habían sido los últimos meses, le había gustado la experiencia de ser el primer entrenador. Si hubiera llegado una oferta de cualquier otro club profesional en ese momento seguramente la hubiera aceptado, pero no llegó ninguna “ni una sola” dice Kentschke. Se sentía decepcionado, después de todo había salvado a un equipo del descenso en el último momento. Se mantuvo como entrenador asistente de los profesionales y primer entrenador del filial y demostró que tener en plantilla a un hombre como él es una bendición para cualquier equipo. Tenía buen ojo para los jóvenes con talento, como se pudo comprobar durante la época de Erich Ribbeck como primer entrenador del Bayer, a partir de 1985. En 1988 el club consiguió el título más importante de su historia, la Copa de la UEFA , pero no fue un camino fácil. Durante el transcurso de la competición muchos jugadores cayeron lesionados, siendo sustituidos por jóvenes del filial. "Presté gran atención al veredicto de Gerd, sobre todo en lo que respectaba a los jugadores juveniles. Especialmente en la temporada en la que ganamos la Copa de la UEFA, Salieron talentos como Peter Zanter, Erich Seckler, Jean-Pierre de Keyser, Knut Reinhardt y Marcus Feinbier", asegura Erich Ribbeck. 

El último partido del torneo, la vuelta de la final contra el Español de Barcelona, se decidió en los penaltis. Kentschke quiso aconsejar al portero Rüdiger Vollborn, “Rudi, aguanta el máximo tiempo posible, cuando hay cinco lanzadores siempre hay alguno que lo tira al centro”. Vollborn detuvo así el cuarto penalti, ejecutado por el español Zuñiga y lo celebró extendiendo el puño derecho hacia Gerd Kentschke. Ömmes y Ribbeck se abrazaron íntimamente en el círculo central esa noche. Unas semanas más tarde, sus caminos se dividirían porque Ribbeck no había renovado su contrato. "Con Erich incluso se podían robar caballos", dice Kentschke."Los momentos con él y con Willibert Kremer fueron los más hermosos de mi carrera como entrenador", dice Kentschke.

 

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Con Erich incluso se podían robar caballos

En 1990, Gerd y Annemarie Kentschke construyeron una casa en Bergisch. Wermelskirchen y se trasladaron allí. Ömmes había hecho historia en el club, estando activo durante mucho tiempo, primero como jugador y más tarde como entrenador. Ha sido entrenador del club durante 24 añosy los jugadores aún muestran su respeto cuando lo llaman “entrenador”. “Ahora soy solo el que lleva las camisetas y los balones” dice Kentschke, pero evidentemente no es cierto. En septiembre cumplió los 75 años y sigue significando mucho para este club.

“Cuando pienso en el Bayer Leverkusen, pienso en Ömmes Kentschke, nadie vive un club como el ha hecho”, dice Thomas Hörster sobre su ex entrenador. 

 

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Gerd Kentschke ha sido miembro del club durante 44 años. El fútbol le ha dado mucho. Todavía hoy en día sigue siendo una parte importante de su vida cotidiana. Sin duda el destino tenía algo bueno preparado para él.

Christian Jacobs