Miles de horas de tiempo libre sacrificado, cientos de litros de pintura, kilómetros de tela – todo por unos segundos de pasión rojinegra. Con el pasar de los años, los hinchas del Bayer han armado coreografías notables y a su vez, han influído en propagar este fenómeno por toda Alemania. Todo empezó en un taller construído en el ático de la casa de mamá y papá.
Son momentos en los que todo hincha se queda sin aliento. La barra se transforma en arte, el estadio en un una exhibición de pasión a gran escala. En todos los rincones de la liga, los hinchas no dejan de sorprender con sus coreografías en bloque – y el Bayer desde siempre ha sido una garantía para quienes quieran apreciar dichos espectáculos. La inmensa coreografía de despedida para Stefan Kiessling en mayo del año pasado, seguramente sigue en la memoria de muchos, no solo en el Rheinland si no por toda Alemania. La leyenda del Werkself pudo celebrar su último partido de Bundesliga con un mosaico formado en dos tribunas del estadio, mostrando las palabras “Gracias Stefan” y con un retrato suyo de un metro de altura. Un momento muy especial para el delantero y para cualquier persona involucrada con la cruz del Bayer – pero no el único por lejos, considerando la larga historia de coreografías de hinchas que tiene el Bayer. Pues los aficionados del Werkself podrían considerarse parte de los pioneros que dieron camino a todas las producciónes creativas que vemos hoy en día en los estadios de Frankfurt, Dortmund o Stuttgart.
Curiosamente, el club VIP también estuvo involucrado en aquellos tiempos, cuando se dio inicio a este fenómeno – un grupo de personas a las cuales hoy en día nadie asociaría con coreografías. A inicios de los 90s, los VIPs ofrecieron recursos financieros a la escena de hinchas del momento, con el objetivo de mejorar el ambiente en el Ulrich-Haberland-Stadion – esto marcó el inicio del “Ambiente AK”. El hoy encargado de la hinchada Andreas Paffrath ya estaba presente desde entonces. “Todo empezó con trompetas y banderas”, nos cuenta. “Pero con el tiempo nos volvimos más creativos y empezamos a experimentar con pinturas”. Para Paffrath no fue tan fácil debido a su talla de ropa. “Necesitaba más que XXL, por eso empecé a pintar mis camisetas yo mismo”. En tiempos difíciles aparecen las ideas – y la creatividad. En el ático de la casa de sus padres, Paffrath construyó un pequeño taller para plasmar el logo del Bayer en su ropa con un episcopio y pinturas para tela. En algún punto ya no eran solo camisetas, si no también banderas y letreros – hasta que el ático no tenía suficiente espacio.
En el proyecto para la hinchada de 1996, una gran parte del “Ambiente AK” trabajó en muchas ideas para que la barra no solo se escuchase mejor, si no que se hiciera más visible. Fue una iniciativa que resultó en una de las primeras grandes coreografías en los estadios alemanes. Financiada por dos clubes de fans y otros donadores, la curva norte elevó cartulinas rojas y negras en el partido del 9 de marzo de 1997 contra el FC Bayern. Las cartulinas fueron pedidas en Italia, donde este tipo de coreografías ya estaban establecidas – al contrario que en Alemania. “En las barras de los estadios alemanes no había nada parecido”, comenta Paffrath. “Las fotos aparecieron en todos los periódicos. Estabamos en titulares de prensa, incluso el Kicker reportó sobre nosotros”. Sobra decir que está atención de los medios incentivó la creatividad de los responsables. “Con el pasar de los años dominamos coreografías inigualables, en este ámbito eramos los mejores de la Bundesliga”.
Un punto clave, no solo en la historia de coreografías del Bayer. A finales de los 90, el Werkself pasó de ser el pequeño equipo de Leverkusen, a ser un permanente rival del poderoso Bayern Munich. En un enfrentamiento entre ambos equipos, la hinchada de la curva norte en el BayArena hizo una demostración del “Pueblo Galo” con Reiner Calmund como Obelix, Christoph Daum como Asterix y los jugadores como habitantes del pequeño pueblo que resistía cualquier adversidad. Para esta coreografía especialmente, se contrató incluso a un diseñador gráfico profesional – también algo único del Bayer, pues generalmente son los fans quienes se encargan de preparar estas coreografías – con talento artístico en parte descabellado, pero con la disposición de sacrificar muchas cosas.
La coreografía favorita de Paffrath fue montada en la temporada 2002 cuando estuvieron a punto de conseguir el triplete. Esta mostraba a Reiner Calmund en las puertas al cielo con el slogan: “Si hubiera un Dios del fútbol, tendríamos el plato y la copa” (refiriendose a los trofeos de la Bundesliga y de la Champions donde quedaron segundos). En el Bundesliga-Fan-Award promocionado por Coca Cola, el Bayer quedó de segundo lugar – y con esa coreografía no podía ser de otra forma. Más sorprendente aún, es el hecho de que la inmensa obra fue llevada a cabo por tan solo 4 personas. “Al final estuvimos trabajando durante 48 horas seguidas, prácticamente nos ibamos a dormir con el pincel en la mano”, recuerda Paffrath. Pero el sueño perdido se compensa la mayoría de las veces: “Cuando te pones a ver las fotos después, eso es alegría pura. Esa es la recompenza por todas esas horas de trabajo”.
En una exposición de tanto calibre logístico, no todo sale bien siempre. Por ejemplo, para el aniversario número 100 del club, el Bayer recibió al Schalke en un partido de casa armando una coreografía con las palabras “octava maravilla del mundo”. El dibujo mostraba una fábrica de alimentos vacía en Kerpen, los encargados planearon todo perfectamente. El problema: Por las bajas temperaturas, las pinturas del dibujo no se habían secado como se esperaba, si no que se congelaron – y una vez encendida la calefacción del estadio, la pintura cayó justo encima de los fans. “La gente parecía cargar una bata de pintor”, nos cuenta Paffrath entre risas.
Pero con el pasar de los años, los fans del Bayer han demostrado algunos puntos altos en cuanto a sus capacidades artísticas y crativas. En la coreografía “Guerreros del Werkself” de 2011, se mostró a los jugadores disfrazados de caballeros Jedi con espadas de luz, en 2016 se mostraron los mejores momentos del equipo a nivel internacional para conmemorar los 30 años de Copa de Europa. Estos aniversarios son casi siempre motivo para estas coreografías, a veces son partidos top como contra el Bayern – y obviamente el derby contra el Colonia. Los “Goatbusters” (Cazadores de cabras) se ha vuelto una especie de serie de coreografías – dirigida por los aficionados del Werkself.
Dicha asociación fue fundada por 7 miembros de la escena de fans actual y ya ha demostrado su gran talento para creatividad y organización en varias ocasiones. En la temporada actual ya nos han impresionado con 3 coreografías para aniversarios (30 años ganadores de la UEFA-Cup, 50 años campeones de liga regional, 25 años campeones de Copa Alemana) y con la producción para el cumpleaños 60 del Haberland-Stadion. Esto es fascinación por los rojinegros, pero no sale de la nada. Para la despedida de Stefan Kiessling por ejemplo, se usaron 181 litros de pintura y unas 20.000 cartulinas, para el último “Goatbusters” se usó más de un Kilómetro de tela. Dicho esto, está claro que la asociación “Kreativ Schwarz-Rot e.V.” tiene muchos gastos que cubrir. Solamente los materiales para la coreografía del Haberland-Stadion costaron 18.000 Euros según el club – sin tomar en cuenta horas de trabajo, pues la planificación, organización y ejecución de todo esto, se da sin ningún tipo de honorario. “Kreativ Schwarz-Rot e.V.” calculó alrededor de 1.000 horas de trabajo por parte de los ayudantes en el aniversario del septiembre pasado – todo para ese momento, cuando el equipo entra al campo y todos los seguidores del fútbol alemán observan el espectáculo de la curva norte del Bayer.
“Cada coreografía es una demostración para el equipo y la escena de fans”, concluye Paffrath. “Esto impulsa a cualquier equipo y da ese empujón necesario para que den ese 10% extra en el campo”. El por su cuenta ya no forma parte de las coreografías activamente, pero el encargado de la hinchada habla con su experiencia propia cuando dice “me quito el sombrero con todo aquel que pase la noche en alguna sala con frío para formar parte creativamente del club y de la escena de fans”. Seguramente son estos los que se encargarán de llevar esta tradición rojinegra adelante.