Toda una vida en el Bayer 04

Klaus Zöl­ler

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Conserje, encargado del campo, encargado del material: Klaus Zöller ha trabajado casi durante 40 años para el Bayer 04, ocupando diversos puestos. Ha metido en su corazón a muchos jugadores y entrenadores. Ahora, tras tantos años, aquel “fósil” se jubila. Hace poco en el encuentro de las leyendas, en un partido contra el Borussia Dortmund, se volvió a juntar con antiguos compañeros como Erich Ribbeck y Christian Hausmann. 

El ala de los vestuarios del Bayer 04 es pequeño, funcional e iluminado por luz artificial. Con encanto de catacumbas. Es su segunda casa y es el lugar en el que Klaus Zöller se ha sentado en el sillón negro a tomar café con sus compañeros Hansi Blum o Harald Wohner cuando había tenido tiempo entre tantas tareas. Siempre observado por una selección de famosos de los últimos 30 años. Deben haber alrededor de 150 inmortalizados en cuadros. Coronan, colgados uno tras otro, la zona de relax y saludan con sus autógrafos en las fotos; se pueden ver a Tita, Schuster, Völler, Schneider, Kirsten, Cha, Jorginho, Paulo Sergio y a todos los héroes rojinegros, a los que Zöller ha preparado las equipaciones. Alguno, incluso, ha añadido su dedicatoria. Jens Melzig ha escrito con un grueso rotulador negro: “Para mi amigo Klaus”. Zöller tiene una gran amistad con “Melle”, el centrocampista sajón, que jugó 40 partidos de la Bundesliga para el Bayer 04 a mediados de los 90: “Ya lo he visitado en su pueblo Lusatia, cerca de Cottbus, y cuando está aquí, siempre me trae pepinos de Spreewald”. 

Se han acumulado muchos contactos en los encuentros con los profesionales del Werkself, desde que se prolongó inesperadamente el camino de Klaus Zöller en las instalaciones del Bayer 04. Esto ocurrió a principios de los 80, y era el inicio de una colaboración del joven Zöller con el Bayer 04, que finaliza ahora. Los primeros años tuvo la función de “conserje”, después, durante casi tres décadas, era el encargado del material. Ahora, poco antes de Navidad, es el pitido final de Klaus Zöller. Aunque le haya encantado su trabajo en el club, y lo haya hecho de todo corazón, también se alegra de su jubilación a los 65 años. “Será fantástico no tener que estar atado a las citas diarias y poder distribuir el tiempo como me plazca.” Seguir un ritmo, que ya no está determinado por los horarios de entrenamiento y los horarios de los vuelos, y que deja mucho tiempo para el ocio y el trato con las cosas bellas de la existencia.

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Muchos años fueron compañeros: Klaus Zöller y Hansi Blum

Seguro que Klaus Zöller no se aburrirá al ser un jubilado joven. No se le pueden acabar los destinos a aquellos que de jóvenes han descubierto la pasión por viajar. Recientemente volvió de un viaje de cinco semanas de los EE.UU, en el que recorrió, con su mujer, la Ruta 66. El siguiente viaje a los EE.UU ya está reservado para finales de mayo del próximo año. Esta vez recorrerá la costa este desde Nueva York hasta Key West. “Desde el año 2005 hemos viajado regularmente a los EE.UU. Al principio siempre íbamos a Florida, pero se ha quedado pequeño”, dice Zöller. Desde entonces, nuestra meta es California, “hemos ido todos los años desde el 2008 y tan solo hemos visto el 20 por ciento”. ¿Qué le apasionará tanto de la tierra de las oportunidades ilimitadas? “Me ha fascinado inmediatamente la lejanía, la increíble luz, poder estar en la vastedad de la naturaleza; es, en resumen, increíblemente hermoso.”

A Klaus Zöller le encanta estar al aire libre. Durante su tiempo en el Bayer 04 ya le ha gustado poder trabajar en el exterior. “No se puede substituir por nada un trabajo al aire libre. Además, a penas enfermas. Casi nunca me he constipado.” No era una obviedad que el joven Klaus Zöller, nacido en Schlebusch y criado en Wiesdorf y en Rheindorf, acabara trabajando al aire libre. Tras finalizar la escuela, hizo una formación profesional de minorista en los almacenes Hertie, “mi padre era maquinista y dijo que su hijo no debería revolcarse en el barro”. Por desgracia, a su hijo le gustaba mucho revolcarse en el barro, sobretodo cuando se trataba de trabajar con motores y cajas de cambio. “Desmantelar coches y volver a montarlos era mi hobby, trabajar en los coches era mi pasión.” Por lo tanto, a los 17 años hizo una formación profesional para mecánico automotriz y empezó poco después en un gran taller de Leverkusen.

Señor Heitmann, sé que el césped es verde, pero no sé nada más

Heinz Heitmann también fue un cliente allí. Al entonces gerente del Bayer 04 le llamó la atención aquel mecánico, que arreglaba y mantenía su vehículo con mucho cuidado. “Deja que Zöller le eche un vistazo”, eran las palabras de Heitmann a su jefe, cuando llevaba su vehículo al taller para una revisión. Y entonces Heitmann le dijo algo muy inesperado a Zöller: “Oye chaval, tenemos una plaza vacante de encargado del campo en el Bayer 04. ¿No crees que sería el trabajo ideal para ti?” “Señor Heitmann, sé que el césped debe ser verde, pero no sé nada más al respecto”, respondió el mecánico, y obtuvo el trabajo. Segun Zöller: “Tenía curiosidad, y pagaban un poco mejor que con los coches.”

El único requisito en el nuevo trabajo fue que: “Tuve que mudarme a los domicilios del estadio”. Estos se encontraban al lado del local del club y del Haberland-Stadion. Era un bungalow, de alrededor de 80 metros cuadrados, que sería el hogar de Klaus y Gisela Zöller para los próximos 15 años. “Mi mujer tenía un poco de miedo, de vivir solos en las instalaciones, sin vecinos o amigos.” De vez en cuando, el sueño nocturno de ambos estuvo puesto a prueba, cuando llegaban los autobuses y, posteriormente, los seguidores de los equipos que disputaban el partido y las personas que asistían a las fiestas de bolos en local del club. En ocasiones, subían niños al tejado del bungalow y bailaban, literalmente, sobre la cabeza de la familia Zöller. “Siempre se sorprendían cuando salía de casa para despacharlos, y me decían que no sabían que había alguien viviendo ahí.” Eso era el encanto de los buenos viejos tiempos.
 

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Modelo de coleccionista: Klaus Zöller condujo durante mucho tiempo una Harley Davidson

En su nuevo empleo, Klaus Zöller era como una chacha para todo. Se metió en el papel del encargado del campo, aprendió a pintar las finas líneas del campo y se ocupó del cuidado del césped. “En aquel entonces todo estaba menos organizado, lo aprendí todo por mi cuenta.” En aquellos tiempos se solían encontrar a los jardineros en un campo de golf y no en un campo de fútbol. Zöller abrió todas las mañanas las puertas de las instalaciones, y todas las noches apagó los focos. El resto del tiempo era el manitas, que supo resolver todos los problemas técnicos que iban surgiendo. “He tenido que arreglar sobretodo las máquinas cortacésped.” Zöller empezó a pillarle el gusto a este trabajo tan polivalente, que a partir de invierno de 1989 albergaba una tarea nueva. El encargado del material Harald Wohner enfermó poco antes de viajar al campamento de entrenamiento, así que Reiner Calmund, el nuevo gerente del Bayer 04, preguntó a Zöller si podía ocupar el lugar de Wohner y acompañar al equipo de Rinus Michels: “¡Chaval, tienes que ir con el equipo al campamento de entrenamiento!”

GUATEMALA EN LUGAR DE GRÜNBERG

Zöller aceptó muy dispuesto y suponía que iba a dirigirse a las escuelas superiores de deporte de Hennef, Bitburg o de Grünberg. Que su viaje tendría rumbo a Guatemala, lo había ocultado Reiner Calmund. “No sabía como reaccionar, pero menos mal que Harry ya había dejado todo preparado. A diferencia de hoy, en aquel momento había que ser más previsibles y viajamos a Guatemala con cinco cajas con todo el equipamiento”, dice Zöller, y se puso muy nervioso cuando a Mijnherr Michels se le ocurría la idea de hacer un pequeño entrenamiento durante la escala en Houston (Texas), y pedía al responsable del material que buscara la equipación del entrenamiento. Hans Zöller ha superado su bautismo de fuego como cuidador y encargado del material, tras regresar, a finales de enero de 1989, con el personal del Bayer 04, del país localizado en América Central, entre México, Belice, Honduras y El Salvador. Desde aquel momento trabajó de segundo encargado de material junto a Harald Wohner. “Simplemente me quedé con el puesto”, dice.
 

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Redes: balones, equipaciones, botas de fútbol y ropa de entrenamiento deciden el día a día de Klaus Zöller en el Bayer 04.

Al final han transcurrido 30 años, en los que han venido muchas incorporaciones nuevas al equipo, se han ido otros, y personas como Harry Wohner se han convertido en compañeros de trabajo. 30 años trabajando día a día para los profesionales, rodeado de lavadoras, de balones, de maquinaria de jardinería, de podadoras, de las equipaciones, de ropa de entrenamiento, de botas o de espinilleras. Y, sobretodo: ¡cajas y maletas! Se trata de una tarea permanente de deshacer, rehubicar y hacer maletas o cajas, durante casi 30 años, antes de cada partido fuera de casa, cada partido en el extranjero y cada campamento de entrenamiento. Con el paso del tiempo, Klaus Zöller se ha convertido en un empaquetador profesional, “pero el mejor en esta tarea es Hansi Blum, no te puedes ni imaginar, cuantas cosas puede meter en una maleta de esas”. En los viajes privados es, en cambio, su mujer Gisela la que lleva puestos los pantalones cuando toca hacer las maletas. “No me deja ni acercarme a las maletas”.

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Para mi los jugadores nunca han sido estrellas del fútbol sino compañeros de trabajo.

Durante 30 años ha comenzado su turno a las 7:00 CET, durante 30 años ha estado en contacto con diversos entrenadores e innumerables jugadores. “Nunca he tratado a los chicos como estrellas de fútbol, sino como compañeros de trabajo”, comenta Zöller. Ha sido con ellos muy servicial, leal y confiable, en cambio, la figura de padre o confesionario no era su especialidad. “Para ese trabajo teníamos a otras personas. Antes, es cierto, que sabía muchas cosas de algún que otro jugador, pero los profesionales actuales están hechos de otra madera. Para ellos soy más bien un hombre mayor”, explica con una pizca de coquetería. Hay una cosa que es indiscutible: Klaus Zöller se ha mantenido joven, fresco y muy ágil, también mentalmente, mediante el trabajo con los futbolistas. “También es verdad que los chicos exigen mucho y consiguen que en algunas cosas esté puesto al día. Hay muchas personas en mi edad que ya no saben ni qué es lo que ocurre en el mundo. Puede ser que mis genes tengan un poco de culpa de que me sienta tan joven.” Al fin y al cabo, su abuelo llegó a cumplir los 99 años... 

Zöller aún mantiene el contacto con algunos de sus antiguos compañeros del Werkself, ya sea Jens Melzig, Ulf Kirsten, Andy Thom (“Ha sido abuelo recientemente”) o el nuevo seleccionador de Austria, Franco Foda. Pero, hay otro, con una gran carrera de entrenador, que le ha impresionado mucho más. “Jupp Heynckes es una persona extraordinaria con una autoridad muy natural. Siempre ha sabido traer a buena gente al equipo y convencerlos de que son una parte muy importante del todo. Su trato con las personas era fabuloso. Por una persona así atravesaría las llamas de fuego.” Desde que Heynckes ha probado las galletas de Navidad de Gisela Zöller, al entrenador del Bayern de Múnich le llega todos los años año una cajita de Leverkusen.
 

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Klaus Zöller con el ya fallecido Harald Wohner (d.) y Hansi Blum, los encargados del material del Werkself.

Zöller ha trabajado con su equipo de encargados, en alrededor de 60 campamentos de entrenamiento del Bayer 04. Este verano fue la última vez que estuvo de viaje con el Werkself, ya que, a los viajes de los partidos de fuera ya no iba desde hacía un tiempo. “Eso es tarea para los más jóvenes”, dice pensando en Martin Kowatzki, al que ya había instruido los años anteriores, “para que haya una transición sin problemas”. La pregunta sobre posibles lados oscuros del trabajo la niega riendo: “solo se me ocurre que me gustaría haber cobrado lo mismo que los jugadores”. Siempre le han gustado los viajes con el equipo a otros países, aunque no haya podido disfrutar del lugar como turista. Pero dado que ha sido un corredor apasionado durante aproximadamente 30 años, “habré recorrido la mayoría de las grandes ciudades del mundo”. Incluso hoy en día recorre sus diez kilómetros diarios, es el mínimo para una persona jubilada.

Recientemente se despidió de otra afición que le encantaba. Durante muchos años, ha recorrido Leverkusen y el Condado del Monte con su Harley Davidson. Pues era una muestra de su afinidad con los EE.UU. Ha pilotado tres modelos diferentes hasta que, como buen amante de los automóviles, volvió a las cuatro ruedas. Ahora pilota desde hace tres años un Mustang del 65, que en los encuentros de coches clásicos, a menudo, está expuesto a las nostálgicas miradas de un público entendido. Pero la buena pieza de 200 caballos, ha salido poco a la carretera y se encuentra en el garaje de Harry Gniech, que había pertenecido al once que ascendió a la Bundesliga en 1979: “El año pasado no hice ni siquiera 200 kilómetros.” Es muy probable que está tendencia aumente en los próximos años... 

Incluso después de su jubilación, Klaus Zöller permanecerá muy unido a su equipo, al Werkself, desde las gradas del BayArena. Hasta hace dos años aún estaba sentado en el banquillo del equipo durante todos sus partidos. "A veces me pongo un poco nervioso como espectador, pero en realidad soy más bien un tipo introvertido", explica Zöller. Particularmente impresionado estaba cuando el Werkself jugó la Eurocopa en Inglaterra: “allí el ambiente es diferente, los aficionados del Manchester o del Liverpool reconocen a los contrincantes cuando juegan bien y les aplauden, es increíble.”
 

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La mirada de Zöller vuelve a dirigirse hacia la “pared ancestral” del Werkself y hacia las fotos de Lucio, Emerson, Juan, Berbatov, Ballack, Bulykin, Friedrich, Foda, Franca... “Esas fotos son mis tesoritos”, comenta Klaus Zöller con una voz muy tranquila, “me las llevaré todas, cuando me vaya de aquí en un par de días.” En su casa en Schlebusch, le traerá recuerdos de una carrera muy turbulenta que lo ha llevado a casi todas partes del mundo. “Creo que Australia y Nueva Zelanda son casi los únicos lugares que no hemos pisado.” Incluso con 66 años no se le acabarán tan pronto los destinos.